Literatura

Me llaman el solitario

Quizás lo recodáis, «el solitario» es aquel ladrón de bancos que entraba con un disfraz hortera a los bancos. Pues ha sacado una -extensa- autobiografía desde la cárcel.

Me llaman el solitario

Este hombre hacía lo que muchos soñamos, robar bancos, lo que muchos decimos; robar a los verdaderos ladrones psicópatas… a las instituciones de la auténtica especulación humana para su propio interés egoísta. Nosotros no lo hacemos, él si, ¿por qué? seguramente tengamos miedo a las represalias, todos somos tan buenos -o mejor dicho malos- como nos permiten -todas las normas pensadas por otros para nosotros- serlo, todos estamos educados -amaestrados- como las pulgas, que si las metes en un recipiente pequeño y al tiempo nos sacan nunca podremos saltar más alto que la altura de ese recipiente.

Asegura que no ha matado a nadie, pero sí reconoce numerosos robos. ¿Cómo una persona que -según se recoge en el libro- sabe cinco idiomas, es músico, piloto de helicópteros, patrón de barcos y profesional de varios sectores llega a ser atracador de bancos?

Yo no soy un ladrón, ni un atracador, ni un salteador de caminos. Soy un expropiador de bancos, y a mucha honra. Considero que recuperar el producto de la explotación y el robo de los ciudadanos practicados por émulos de Ali Baba y los 40 ladrones, como son los bancos privados y su hermano mayor de la cofradía de los mangantes, el Estado, para dedicarlo en parte a la acción social y revolucionaria (enviaba parte de su dinero a movimientos que él consideraba justos), no es un delito ni un crimen. Es mera justicia social. Ya lo dice el viejo refrán: «el que roba a un ladrón tiene 100 años de perdón». En cualquier caso, una cosa es la formación personal y profesional y otra la acción revolucionaria.»

El libro es una vida en primera persona a modo de diario en el que -forzosamente- se humaniza al personaje, con una escritura sencilla y clara.

Jaime Giménez aka «El solitario» dice que es un tema político el de las expropiaciones (robos) a bancos, su gran enemigo -según palabras textuales- es el estado, que no es que él sea un ladrón si no que es administrador de justicia social. Reconoce sus contradicciones ideológicas al respecto pero también narra con precisión ese odio primario a las instituciones bancarias, penitenciarias… y del estado en general. Un hombre de mundo que desde bien joven siempre ha pensado por si mismo, un hombre con principios que se esfuerza en demostrárnoslo en cada nuevo párrafo de su vida autonovelizada.

«¿Algún mensaje a la sociedad?
Que este monstruo infame que es el capitalismo es ya un cadáver putrefacto y en descomposición. De nada le va a servir el reciente balón de oxígeno que los Estados democráticos y de Derecho le han administrado con el dinero del expolio, el paro, la pobreza y las múltiples carencias que la sociedad está sufriendo. Los explotadores recuperarán sus pérdidas gracias a su dinero. Pero más pronto que tarde vendrá otra crisis, consecuencia de su sed infinita de dinero y poder. Entonces le volverán a saquear las alforjas. Todo para su propio bien. Porque si ustedes son pobres es porque les gusta.
»

El punto negro en todo el tema de la autobiografía son las muertes de dos guardias civiles, que son lo que más aumenta su condena -que con la edad que tiene prácticamente convierten la pena en una cadena perpetua- y de las que se pasa gran parte del mismo intentando demostrar que no lo hizo él.

Yo creo que mató a esos guardias civiles, porque se encontraba en una guerra (contra su enemigo el estado y como tal las bajas eran posibles) y porque la «solución» que da en el libro -culpar a otro con el que él daba golpes en el pasado en Francia, un corso llamado Paul Cortichiato– está muy cogida por los pelos, con un arma perteneciente al solitario y con la que se mató a los guardias civiles y encontrada en la propiedad del mismo solitario. Más aun si se descubre -y no se dice en el libro- (¡mal!) que a quien acusa de los asesinatos lleva muerto tres años -e insisto- no se dice en el libro pero si en una entrevista que hacen a «el solitario» posteriormente… y eso… ¡apesta!

El libro es interesante también por descubrir los entresijos de las cárceles y las inconsistencias y caos de los procesos judiciales.

PD: Hay toneladas de información dispersa por la red para sintetizar los datos y sacar opiniones propias sobre la inocencia o culpabilidad de «el solitario»

Extractos de la entrevista: http://www.noticiasdenavarra.com/2009/11/29/sociedad/euskadi/mi-proceso-solo-se-entiende-en-clave-politica-habia-que-condenarme-a-cadena-perpetua-con-o-sin-pruebas

© Imagen: Txalaparta

Portada de Me llaman el solitario, Autobiografía de un expropiador de bancos.
Jaime Giménez Arbe, bautizado por la Policía como El Solitario, no es solamente un expropiador de bancos. Provisto de una conciencia política y de un bagaje cultural y existencial nada común, en esta autobiografía, escrita a mano, relata los motivos que le impulsaron a convertirse en un «expropiador», en lucha permanente contra el capitalismo. Narra también sus relaciones con el movimiento anarquista europeo y con el nacionalismo corso. Igualmente, desmonta la farsa judicial que le condenó a 40 años de reclusión por la muerte de dos guardias civiles.
Formato: 500 págs. Rústica con solapas. 21,5 x 13,5 cm.
ISBN: 978-84-8136-564-1
Editorial: Txalaparta