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La bella y la bestia

La bella y la bestia (La belle et la bête, Christophe Gans, 2014) regresa de nuevo a las pantallas. Léa Seydoux es ciertamente Bella y Vincent Cassel es Bestia en esta enésima relectura del cuento de hadas.

La bella y la bestia

Gans llevaba mucho tiempo sin estrenar película. Tras un prometedor debut en el homenaje a H. P. Lovecraft Necronomicon (1993), donde dirigió el primero de los segmentos del film, el director francés dirigió tres películas que automáticamente se convirtieron en títulos de culto: Crying Freeman: Los paraísos perdidos (Crying Freeman, 1995), El pacto de los lobos (Le pacte des loups, 2001) y Silent Hill (2006). Sin embargo, tras Silent Hill Gans desapareció del mapa, enfrascado en proyectos que no llegaron a buen puerto.

Regresa ahora con una película que pretende ser una recreación fiel del cuento clásico, sin caer en reinvenciones ni reinterpretaciones. Un factor que juega a favor del film. Recientemente el espectador ha sufrido varias de estas reinterpretaciones de cuentos de hadas que, buscando hacer algo diferente, acaban cambiando unos tópicos por otros. El resultado final son películas sin alma que en ocasiones acaban traicionando el espíritu y las intenciones de los cuentos en los que se basan.

Por tanto, ya que la historia es de sobra conocida por todo el mundo, Gans basa todo el atractivo de su película en la ejecución. Quiere que su película destaque no tanto por la historia que cuenta sino por la forma en que la cuenta.  Para ello mantiene la cámara en movimiento de forma continua y aprovecha las nuevas técnicas digitales para crear el mundo en el que viven los personajes.

fotograma de la película

La ejecución es, precisamente, el punto flojo de la película. Hay momentos en los que parece que Gans está más interesado en las imágenes que crea que en la historia que cuentan esas imágenes, lo que hace que la relación entre Bella y Bestia no esté desarrollada de manera creíble. Es decir, que resulte creíble la evolución de la relación entre ambos. Lo más sorprendente es que, teniendo en cuenta la filmografía del director, uno esperaría que por lo menos las escenas de acción de film estuvieran bien resueltas, pero no es así. Cuando llega la acción, impulsada por una subtrama que gira en torno a Perducas, personaje interpretado por Eduardo Noriega, esta se traduce en escenas lentas y sin ritmo.

La bella y la bestia acaba siendo un film regular, que dependiendo de la importancia que deis a sus fallos y a sus aciertos puede resultaros medianamente entretenida u olvidable. Un film cuya cuidada imagen se acaba convirtiendo en un cuidado lastre.

Estreno en las salas españolas el 14 de marzo.

© Imágenes: DeAplaneta