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Y por fin… ¡La música! ¡El baile!

Pues sí que empezamos fuertes. En el fanzine Thorn, Miqui Otero firma un artículo titulado El último baile de Barcelona que debería ser de lectura obligada para todo aquel que en algún momento haya sentido y amado el ritmo de la ciudad. Porque en Barcelona son muchos los que esconden pasos de baile bajo el dobladillo, y porque ya iba siendo hora de que alguien pusiera ese tema sobre la mesa, el de la pasión arraigada, íntima y medio secreta que consuela el corazón de los barceloneses: el baile.

Y por fin… ¡La música! ¡El baile!

Dim Dam Dum Shakabum Dam Dum

Porque en Barcelona se baila pequeño y apretao. Porque sus habitantes conocen la mejor fórmula para aliviar las penas. Porque esta Barcelona, a veces se comporta como la chica tímida  que prefiere guardarse la música reverberando en su interior, antes de colgarse la etiqueta de bailarina y acabar con la obligación de mostrar sus gracias en un concurso televisivo.

¡Rock step! ¡Big Kick! Y… ¡Vuelta!

Conocer el ritmo, no es lo mismo que interiorizarlo. Enlazar una respuesta física con un impulso musical. Memorizar los gestos de la música. Bailar es un ejercicio sofisticado que pone el corazón alegre. Y todos tenemos derecho a ser felices. Incluso los que bailamos mal.

¡Shimi, shimi, shimi!

Si uno escucha con atención, descubrirá que en Barcelona la música no para nunca. Muy al contrario, se agarra a todas las fibras, recorre todos los órganos. Se adapta al sistema linfático de la ciudad y empuja, arrastra, vibra y fluye.

Dim Dam Dum Shakabum Dam Dum

Con citas de Juan Marsé, Eduardo Mendoza y Ferran Aisa,  Miqui Otero repasa los grandes meneos de la ciudad. Nos habla de la rumba, del Soul y del Swing, por un recorrido en el que nos encontramos con Peret, el Nueva época, la Chelito o el CCCB. Así como, bailes benéficos, envelats de Festa major y el vals de los casinos.

Mucha razón tiene Miqui Otero cuando afirma:

“Porque una ciudad que no baila es una ciudad muerta. Más en Barcelona, donde se entiende el civismo como un caso clínico de sumisión. El musical siempre ha sido el subgénero de la crisis y el colapso económico, así que ahora más que nunca hace falta bailar en esta ciudad podrida y fofa. Aún más si sabemos que aquí siempre se ha danzado de mil maneras. Que Barcelona es bailarina”

Bailarina fina, añadiría yo. Porque si algo nunca ha acabado de cuajar en esa especie de intimidad aleccionada que se comparte en el baile es hacer el cavernícola. Pues podemos ser  pobres y solitarios, pero para agarrarse a alguien hay que saber acercarse con sensibilidad. Y esa mezcla de sencillez, respeto y contacto es muy de aquí, de Barcelona, de mi ciudad. Será por eso que también estoy enganchada al baile y creo que  me acompañará  hasta el fin de mis (espero, longevos) días.

Así que haced caso al consejo abre este gran artículo sobre el baile en Barcelona ¡Y a disfrutar de la vida!

“No dejes de bailar, Dancing Kid. Vivirás más años”

 en Johnny Guitar.

© Imagen: Thorn